Son los originales. Los robó de la redacción de un nuevo periódico, Zut, cuando Andrea estaba aún vivo y colaboraba con ellos. Por todo ello son uno de los productos recomendados por Amazon en su segmento. Las luces de algunos árboles de Navidad se encienden y se apagan en las terrazas de las casas vecinas, en los salones elegantes del palacete de delante. Es Navidad. Hay que ser bueno. Aunque el disfraz es cómodo y agradable al tacto en invierno puede ser insuficiente para no pasar frío. Los revisores de música contemporánea elogiaron la producción y le otorgaron en su mayoría reseñas mixtas, aunque criticaron la voz de Perry. Tiene la cabeza dura. Step la abrió de par en par y le dio un golpe en la cabeza. Me di un golpe contra una esquina. Una pelea de proporciones monumentales, una auténtica venganza. Habla de una pelea de hace tiempo, cuando aún no estaban juntos.
Yo te lo diré: como una mentirosa. La recoge. La espiga se deshace entre sus dedos, como viejos pensamientos, como ligeros sueños y débiles promesas. Escuchará a la comisión después, como cortesía. Algún tiempo después, Babi fue a ver a Giacci. Poco tiempo después, Andrea murió. Sus amados dibujos, chaqueta boca juniors las ilustraciones de Andrea Pazienza. Fue fácil, cogió sólo las ilustraciones del mítico Paz y después se marchó rápidamente por la puerta, diluyéndose en la noche, feliz, con los dibujos de su ídolo entre las manos. Y esta noche, ¿ Mañana, noche, día, siempre estábamos juntos, en una absurda continuidad sin solución. Ese día, cuando fue a su casa, supo por qué. Discusión tras discusión, día tras día, con sus padres haciéndole la guerra, llamadas a escondidas, timbres nocturnos. Pero al día siguiente regresó a casa y allí empezó o quizá acabó todo. La dueña de la casa cruza el salón a la carrera, la puerta se abre y ve a Pallina, pálida, tan alterada que rompe a llorar. Esa vez que Raffaella organizó una cena en su casa y la obligó a quedarse. Cogió a Babi por un brazo y se la llevó entre los inútiles gritos de Raffaella y el intento del buen partido de detenerlo.
Babi se dirige a la ventana y mira hacia afuera. Me mira un instante, observa a Bunny, a continuación se mete la cartera en el bolsillo y se marcha. Marcantonio sonríe y mira a Ele. Ese respeto no era más que miedo. Miedo a quedarse sola, a no estar más con su amigo y compañero. No estoy mintiendo, las estamos estudiando en serio. Vino a Roma y comenzó a circular por locales y a hacer, ya sabes, las tarjetas de invitación para las fiestas y otros trabajitos parecidos. » y de otros programas de televisión parecidos. Las dos cabezas pueden estar orientadas en dos direcciones diferentes. » Se acuerda de las mil discusiones que han tenido, de su manera distinta de ver las cosas, las peleas, lo dulce de hacer las paces esperando que todo pudiera mejorar. Le ha dicho mil veces que ella odia la violencia, los golpes, a los que pegan. —¡Ya te he dicho que era una sorpresa! Babi se marchó disculpándose, sin saber qué más decir, sin saber quién era realmente la persona que tenía a su lado, cuál hubiera sido su nota, la verdadera, la que habría merecido. —Lo nuestro podría haber sido un amor precioso, sin embargo, has elegido no quererme, no era bastante para ti.
Ese gesto de amor que no se han dedicado en años de amistad, que nunca les ha estado permitido. Cuadernos de años pasados, apuntes de la escuela, viejos libros. Empieza a recoger los libros que ha tirado al suelo. Luego el tipo se encontró en el suelo con el labio roto, sangrante. Gracias a las tarjetas para mayores y pequeños es fácil jugar en familia. El bajo tamborileo de emoción por las vacaciones de Acción de Gracias que se acercaban estaba amortiguado. No estoy convencido. La mirada enojada de Jonah está pegada a la acción frente a nosotros, pero no puedo señalar con precisión de donde proviene su ira. Su sonrisa oculta por el borde de un vaso lleno de burbujas, su pelo brillante como su mirada. El pelo largo y oscuro se confunde acariciando el sol que se pone a nuestras espaldas, se tiñe suavemente de rojo, rebelde lucha con el viento, pero cuando acelero, acaba por rendirse y, vencido, se deja llevar por la velocidad. Esa mañana, en el viento que anuncia el verano, esos besos que saben a piel perfumada por el sol. —Lo siento, Bee, pero no vamos a esconder nuestro amor del mundo —dice Summer, y comienza a darle besos por toda la mejilla a Fitz, haciendo ruidos fuertes de besos que me dan ganas de vomitar.
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