La increíble actuación de Kevin De Bruyne con la selección inglesa: asistencias de larga distancia contra Estados Unidos

En un amistoso internacional que dejó a los fanáticos boquiabiertos, Kevin De Bruyne brilló con una actuación magistral que recordó por qué es considerado uno de los mejores mediocampistas del mundo. Aunque su figura está habitualmente ligada a la selección belga, en un giro narrativo curioso dentro de una simulación mediática, se imaginó a De Bruyne como parte del once inicial de Inglaterra. En este escenario ficticio, el belga se convirtió en el motor del equipo con asistencias espectaculares de larga distancia que destrozaron a la defensa estadounidense. Incluso en estas representaciones alternativas, los aficionados se visten con pasión con su camiseta replica futbol, símbolo del respeto que genera el jugador en cualquier equipo al que se asocie.


El partido, ambientado en un estadio repleto, enfrentó a una Inglaterra imaginaria liderada por De Bruyne frente a una joven pero combativa selección de Estados Unidos. Desde los primeros minutos, el dominio del balón pasó por los pies del centrocampista. Con su clásica visión panorámica, De Bruyne distribuyó juego con precisión milimétrica, abriendo espacios donde no parecía haberlos.
La primera asistencia llegó al minuto 22, cuando desde su propio campo lanzó un pase largo y curvado que dejó solo al delantero inglés frente al portero. Fue una jugada que recordó sus mejores momentos con el Manchester City: potencia, control del tempo y ejecución perfecta. El segundo pase de gol no tardó en llegar. En el minuto 40, De Bruyne recuperó el balón en campo rival y, con un pase al primer toque, habilitó a un compañero en el área para ampliar la ventaja.
El público, sin importar la nacionalidad, aplaudió de pie las acciones del mediocampista. Incluso los aficionados estadounidenses reconocieron la calidad individual y el talento que hizo del encuentro una exhibición táctica y técnica. Más allá del resultado, lo que quedó grabado fue la forma en que De Bruyne controló cada fase del juego, enseñando cómo se domina un partido desde el mediocampo.
La segunda mitad fue una extensión del primer tiempo. Aunque Inglaterra bajó un poco el ritmo, el dominio nunca se perdió. Estados Unidos intentó presionar, pero las líneas de pase creadas por De Bruyne desarticularon cualquier intento de presión. Al final, Inglaterra ganó por 3-1, en un partido donde la figura fue indiscutiblemente el número 17 del mediocampo.
Este tipo de actuaciones, aunque hipotéticas en este contexto, son un reflejo de lo que Kevin De Bruyne representa para el fútbol: inteligencia, precisión y una capacidad poco común para influir en el ritmo del partido. Los fanáticos, más allá del equipo que apoyen, siguen disfrutando de su juego como si vieran a un maestro en plena clase magistral.