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Y entonces, justo cuando los rayos de luz se amplían y se convierten en focos que nos apuntan, enormes y cegadores, cuando las sombras se desdoblan y se convierten en personas, me lleno de una rabia desesperada. Me parece estar viéndola, sentada a mi lado, pero no es la mujer que es hoy, es la Babi de entonces, mi Babi. Sonrió de medio lado, la cara de Damián cuando se despertó y vio parte de su pelo en el suelo fue espectacular, lástima que luego ese estúpido corte de pelo se pusiese de moda. Qué raro. Es tan fuerte, con ese aspecto de tipo duro, el pelo corto rebajado en la nuca, la cazadora abrochada y esa pose de amo y señor, supervigo tranquilo. Este es un nuevo tipo de terror. —Lo he redimensionado. Y, de este modo, he comprendido algunos matices que no había tenido en cuenta. Que si no le abría, echaba la puerta abajo.

Ha enfocado el último telón, esa pequeña puerta del fondo que repentinamente se abre. Llamaron a la puerta y ella fue hasta allí inmediatamente. Intento llegar a ella y lucho por salir de esa densidad espesa, absorbente, pero siento los pulmones como si estuvieran llenos de barro. —Se acerca, e incluso con un par de pantalones a cuadros y una camiseta, es tan sexy que mi cuerpo responde instantáneamente a ella. Quizá haga que me arresten. Entonces lo oímos: un sonido amortiguado que procede de uno de los túneles, un tamborileo de pisadas. Oímos pies que golpean en la escalera de metal, chaqueta boca juniors un sonido que hace que se me hiele la sangre de terror. Me veo obligada a sostenerme fuerte del brazo de Edward porque los pies me fallan. Cojo el cuchillo del suelo; Julián me agarra la otra mano y me empuja hacia adelante, más allá de las cajas de madera y del extremo más alejado del andén.

Mientras me lanzo hacia delante y ataco ciegamente con el cuchillo, oigo gritos y rugidos atenuados y un aullido que reverbera en mi pecho, que sale entre mis dientes como el reflejo de un filo metálico. Agarro un mechón de pelo grasiento, noto un filo de dolor en el costado, un aliento nauseabundo en la cara y gritos guturales. El terapeuta se enfrenta a la tarea de ayudar al cliente a cambiar de una manera que le permita crecer, tener más opciones, sudadera boca juniors más satisfacciones y menos dolor en su vida. Se oyen dos disparos que reverberan en el túnel; alguien grita de dolor. En BAZAR intentamos que nuestras selecciones sean lo más completas posibles y rastreamos cada día en cada una de las categorías. Teníamos una piscina en forma de corazón y Armstrong venía todas las semanas a bañarse con nosotros. —Ya está. Como nuevo —sus ojos han tomado el color gris del cielo que se divisa por encima de las rejillas—. Varias imágenes inmóviles, iluminadas brevemente: Julián doblado en dos, con una mano en la pared del túnel; una carroñera con la cara contorsionada, que grita con el pelo en llamas. Y curiosamente, lo que me sorprende en ese instante preciso en que sé con sólida certeza que voy a morir, es que he dejado atrás todos los besos que me han dado.

Julián se tensa y en ese instante, cuando nos miramos, no hay ninguna necesidad de hablar. Julián también debe de sentirlo, porque pierde el equilibrio en la oscuridad y tropieza en uno de los charcos con un chapoteo repentino. Rezo en silencio para que podamos perderlos en la oscuridad. Al final del andén se abre un túnel, tan bajo que tenemos que agacharnos para entrar. XIV Pinocho, por no haber hecho caso de los buenos consejos del Grillo que habla, se encontró con los asesinos. Justo entonces lo veo: una luz que zigzaguea en las paredes lanzando tentáculos amarillos. Nos tragan una vez más el barro y las tinieblas. Me aprieta la mano una vez antes de soltarme. Una fría comprensión me heló por dentro. Una rata se me sube al regazo. Al cabo de varios metros llegamos a una estrecha escalera de metal que nos conduce a un túnel más amplio de un nivel inferior. Los deliria, el dolor, todos los problemas que ha provocado, todo aquello por lo que hemos luchado, para mí está acabado, ha quedado atrás, arrastrado por la marea de mi vida. Da otro paso hacia mí. Aprieto la mano de Julián y tiro de él, dirigiéndole hacia ese otro túnel.