Aunque hay que reconocer que la verdad sobre el amor se demuestra con el tiempo. Rodeé el banco podrido y golpeé a la criatura aturdida en la espalda con la clase de patada de la que Zayne habría estado orgulloso. Y probablemente lo habrán estado siguiendo cada vez que ha venido aquí. Más tarde. He estudiado y repasado el capítulo hasta lograr que algo me entre en la cabeza. Levanté la mirada hasta la suya y vi la verdad en sus ojos. Hasta Dios se sorprende por cómo te ha pintado. —¿Cómo es que me das la razón? Veo todo lo que he vivido, todo lo que he pasado, todo lo que he naufragado. Sólo tres apariciones. —Haces bien, a Calemi le gustará que sigamos sus indicaciones. Todo bien, gracias. Me alegro mucho de que quedemos. —Está bien, pues si lo ves, dile que lo estoy buscando. Francesco es el último novio que he tenido. —Oye, no veo el Mercedes de Francesco.
Francesco. Pensar que me parecía tan encantador. —Más que de acuerdo. No sé por qué me acuerdo de él precisamente en este momento. —Por ahora, no. —No, la respuesta en este caso, en vista de que estamos discutiendo, tiene que ser sólo «no», no «por ahora, supervigo no». —Sí. —Era mejor si decías sólo «por ahora». Manotazos en el hombro de gente que no veo desde hace demasiado tiempo. Al pensar en el tiempo que he compartido con él me pongo aún más nerviosa. Cre… Creo que debería marcharme. No estaba, le ha dado plantón porque me ha dicho que habían quedado. Cualquier cosa, no sé por qué, mi madre siempre dice que me la ha dicho mil veces. —Pero, por desgracia, sabemos que no podemos decir lo mismo de la madre. Si el año próximo se vuelve a hacer, podemos pedir mucho más. Tan sólo tenemos una semana, si no, perderemos la oportunidad de participar en la producción de la Rete para el próximo año. —El tatuaje que llevo en la muñeca es una gaviota. Y es que esta barra de sonido permite escuchar con una calidad inmejorable calidad la gracias a sus múltiples entradas (RCA, HDMI, y entrada óptica entre otras) y su conexión bluetooth.
No es que yo sea una de esas mujeres que tienen miedo o a las que les gusta hacerse acompañar a todas partes. Pasamos justo en ese momento la salida que hay antes del túnel de Prima Porta. —Bueno, ese «Ah, claro» no quiere decir sólo eso. Y por eso era el último lugar donde quería estar, pero Roth ya estaba bajando la escalera. Dublineses era totalmente naturalista, y ningún tipo de verdad es inofensivo; como dijo Eliot, la especie humana no puede soportar demasiada realidad». —¿Richard Gere también era tercer dan? —¿Se puede saber qué película has elegido? —¿Falta mucho para llegar? —¿A quién te he recordado? —¿Qué tiene que ver? Está Massimo, el portero, que me saluda. Dices que es un atentado contra la tranquilidad, pero tú eres un obseso que siempre piensa en lo mismo. —Ya, sólo que tú y yo no salimos juntos. —No, no, si tú no vienes, no vale la pena. —No, gracias, France, mañana tengo el examen de historia y ni siquiera he acabado el capítulo. Esta historia de no encontrarlo me está poniendo nerviosa.
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No puedo acostarme con el capítulo de historia todavía en la mente. La miro esperando una respuesta. —Lleno de espinas. —Siempre tienes la respuesta preparada, ¿ —Siempre. —Pues entonces dejémoslo así. Gin me mira molesta: —Siempre quieres ganar, ¿ Esta vez Gin estalla en una carcajada. Se trata de una microfibra eccológica que cuenta con certificado de Oeko-Tex Standard 100, que es ideal para niños, bebés o personas sensibles. Me sonrojo, pero estoy segura de que no se nota. Camuflo lo mejor que puedo la cama, con un cojín debajo de las sábanas donde debería estar mi cuerpo y la ropa para ir mañana al colegio ya preparada en la silla. —Me mira comprensivo y levanta las cejas, riéndose de mí—. Las riñoneras nos permiten llevar nuestra cartera, super vigo el móvil o las gafas a buen recaudo. Pero la mayoría de las veces degenera y acaba siendo un espanto. Conversaciones para ponerme al corriente de las pequeñas grandes novedades.
—No llevo tatuajes. —¿ —No hemos empezado nada. Sigo conduciendo como si no pasara nada. —Sí, es muy creíble como actriz. Los productores buscaban a una actriz cuya química en escena con Williams fuese eficaz. —Digamos que Babi no está buscando una entrevista de trabajo. —Clarísimo. Sonrío. —Pero he aprendido que la seguridad, cuando salta demasiado a la vista, es sinónimo de inseguridad. —Pero lo suyo es corrupción; lo siento, no quiero ir en esa dirección. —Entonces me alegro mucho. —Ah, claro. —Entonces no salimos juntos. —Sí, claro —bufo desde la cama de su compañera de habitación. —Sí, pero no sé cómo de «bien» lo he entendido o, mejor dicho, «dónde» he entendido. Y recuerdo cómo acabó eso. De manera natural, le preguntaría cómo va su vida, qué ocurre con Dania Valenti. —Cuando estaba cambiando la rueda y llegaron esos tres gilipollas. La verdad es que no quiero hablar sobre él contigo. Así que ¿y qué si Harvard está avanzando a las finales?
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